Esa noche me contaste que estabas casado y que eres de los "pocos fieles" y contesté que no me gustan los rollos de una noche. Nuestras intenciones se diluyeron en Brugal.
Creo que notaste que buscaba cariño y no sexo. Me acariciabas como a una niña desvalida, consolándome en tu pecho y besándome con más tenura que pasión.
Como contrapartida, te ofrecí mi cuerpo desnudo y te limitaste a a miralo como quien observa un regalo tan delicadamente envuelto que no quiere estropearlo...
Nunca nadie me miró asi. Gracias A.
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